Por Javier Salgado
Ganadora del Oscar a la mejor película de 2015, Spotlight es todo un exponente del mejor periodismo de investigación, el que puso al descubierto los casos de abusos a menores perpetrados por unos 250 sacerdotes de la Archidiócesis de Boston. Un escándalo que arruinó a la Iglesia católica de EE.UU., que tuvo que desembolsar millones de dólares en indemnizaciones, llevó a la cárcel a varios autores de los delitos y costó el puesto a Bernard Law, hasta entonces cardenal de la ciudad.
La película narra cómo el equipo de investigación del diario Boston Globe indaga lo que en principio parece un caso aislado de pederastia por parte de un sacerdote. Sin embargo, pronto se comprueba que existe un patrón común y que son numerosos los curas que han sido trasladados discretamente de una parroquia a otra sin razón aparente. Con esos cambios de destino se pretendía tapar los distintos casos de abusos a menores perpetrados por sacerdotes de la ciudad.
El ataque a las Torres Gemelas en 2001 obligó al diario a dar prioridad a este acontecimiento y dejar de lado la investigación de lo que estaba ocurriendo en la archidiósesis. Sin embargo, las pesquisas se reanudaron cuando el Boston Globe tuvo indicios de que el cardenal Law conocía los hechos y los silenció durante años. Cuando el rotativo comenzó a publicar el resultado de su trabajo, la centralita del diario se colapsó debido a los cientos de llamadas de supuestas víctimas decididas a contar por fin sus propias historias.
Spotlight constituye un homenaje al periodismo de siempre en la era de Internet, en la que las prisas y la urgencia prevalecen sobre la calidad y el rigor. La película es también un reflejo de los errores que de forma más habitual se cometen en comunicación de crisis, como son la voluntad de ocultar hechos cuya divulgación puede dañarnos, y el silencio.
Cuenta Jonathan Bernstein, prestigioso experto norteamericano en comunicación de crisis, que una conocida archidiócesis –probablemente la de Boston– contactó con él para contratar sus servicios tras estallar el escándalo de los abusos a menores en EE.UU. Bernstein explicó a sus interlocutores que la única estrategia posible debía basarse en tres pilares: franqueza, transparencia y humildad. Tras esa primera conversación, nunca volvió a tener noticias de su potencial cliente. Y es que en el caso de los abusos, la archidiócesis de Boston cometió los mismos pecados que otras grandes corporaciones cuando han tenido que enfrentarse a situaciones que han puesto en peligro su reputación. En definitiva, intentar cubrir lo ocurrido con un manto de silencio.
¿Qué estrategia hubiera contribuido a mitigar el daño causado a la Iglesia católica por este affaire? Una que hubiera girado en torno a estos principios:
- Anticipación. Los casos de abusos se prolongaron durante años, y no sólo en Boston. Hubo tiempo suficiente como para tomar medidas, depurar responsabilidades, diseñar una estrategia y poner fin a una situación que afectaba a miles de menores y que, tarde o temprano, terminaría saliendo a la luz.
- Transparencia. Explicar lo ocurrido hubiera sido más beneficioso para la Iglesia que esperar a que los medios de comunicación destaparan el asunto.
- Empatía. Ponerse en la piel de las víctimas, mostrar comprensión y anunciar qué medidas iban a adoptarse para evitar casos similares en el futuro.
- Perdón. Cuando se ha hecho daño a alguien el comportamiento lógico es pedir perdón. Mostrar arrepentimiento es, sin duda, el primer paso para restaurar la confianza que otros han perdido en nosotros. Un valor, el arrepentimiento, que la Iglesia católica ha querido inculcar siempre a sus feligreses y que, sin embargo, no supo poner en práctica durante bastantes años con motivo de este caso.
Javier Salgado Derqui
Managing Director USA en ATREVIA
Experto en Comunicación Corporativa y Comunicación de Crisis
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