Mayúscula: Se escribe con mayúscula…

Ortografía

Mayúscula: Se escribe con mayúscula…

La “Academia” considera que, por distintos motivos, puede escribirse enteramente con mayúsculas palabras, frases e incluso textos enteros; aunque lo usual es que las mayúsculas se utilicen solo en la posición inicial de la palabra, y su aparición está condicionada por distintos factores:

1º Mayúscula inicial puntuación

1.1. Si se trata de la primera palabra de un escrito o va después de punto.

1.2 Después de puntos suspensivos, cuando estos hacen la función de un punto y seguido. Sin embargo, si el enunciado continua después de los puntos suspensivos la palabra que los sigue se escribe en minúscula.

1.3. Después de los dos puntos:

– que siguen a la fórmula de encabezamiento o saludo de una carta: Estimados señores: / Adjunto les envío…

– que siguen al verbo fundamental de un documento jurídico-administrativo: ACREDITA: / Que D. Darío Villanueva ha seguido el Curso de Ortografía…

– que anuncian la reproducción de una cita o palabras textuales: Darío dijo: “Que mi chofer traigan mi coche oficial”.

1.4. En frases interrogativas y exclamativas:

– Si se trata de la primera palabra de una pregunta o la exclamación que constituye la totalidad de la frase.

-Después de un signo de interrogación o exclamación cuando hacen las veces de punto y seguido. ¿Su sueldo no proviene de nuestros impuestos? Es intolerable, ¡nos están cobrando dos veces!

No se escriben con mayúscula: La palabra inmediatamente posterior a una coma o un punto y coma se escribe con minúscula, excepto que se trate de un vocablo o expresión que normativamente se escriba con mayúscula inicial o enteramente en mayúsculas (como un nombre propio o una sigla).

2º Mayúscula inicial en nombres propios

Con carácter general todos los nombres propios y los comunes que, en un contexto determinado, hacen las funciones de un nombre propio de persona, animal, lugar, organización o cosa singularizada.

2.1 Los nombres propios de personas.

– Los apellidos de origen español que comienzan por preposición, o por preposición y artículo, se escriben con minúscula cuando acompañan al nombre de pila (Simón de María, Antonio de la Rosa). Cuando se omite el nombre de pila, la preposición se escribe con mayúscula, pero el artículo se mantiene en minúscula (señor De María, señor De la Rosa).

– Los apellidos que solamente llevan artículo, este se escribe siempre con mayúscula (Pedro La Guardia, señor La Guardia).

– Se escriben con mayúscula los nombres de las dinastías derivados de un apellido (los Austrias), salvo que se utilicen como adjetivos, caso en el que se escriben con minúscula (los reyes borbones).

– Los nombres y apellidos de autores cuando designan sus obras (es un Goya).

– Los sobrenombres, apodos y seudónimos (el artículo que los antecede se escribe con minúscula). Ej.: Gonzalo Fernández de Córdoba el Gran Capitán

– Los nombres comunes que se utilizan para referirse a una persona (el Sabio de Hortaleza).

2.2 Los nombres propios de plantas y animales.

– La primera palabra del nombre latino de vegetales y animales (los nombres científicos latinos deben escribirse, además, en cursiva). Ej.: (Symphytum officinale…)

– Se escriben con mayúscula los nombres de los grupos zoológicos y botánicos cuando se usan para completar el significado de otro sustantivo al que acompañan (…perteneciente al género Symphytum de la familia Boraginaceae) y en minúscula cuando se usan como adjetivos o como nombres comunes (la Consuelda es una boraginácea…)

2.3 Los sustantivos y adjetivos que componen el nombre de organizaciones, establecimientos, edificaciones, etc. (la Universidad Nacional Autónoma de México, el Partido Liberal) así como los términos que se utilizan para referirse a ellos de forma abreviada (la Autónoma).

2.4. Los nombres de marcas comerciales. Las marca comercial es un nombre propio que se escribe con mayúscula excepto cuando estos nombres por popularidad pasan a utilizarse como nombre genérico. Ej.: Utilizo velcro que no es de la marca Velcro.

2.5. La denominación oficial de premios, distinciones, certámenes y eventos culturales o deportivos. Ej.: los Juegos Olímpicos. El objeto material o a la persona que ha recibido el premio, se escribe en minúscula. Ej.: tiene dos oscar; es el nuevo nobel de la paz.

2.6. Dentro del contexto académico, los sustantivos y adjetivos que forman el nombre de disciplinas científicas, materias de estudio, cátedras, facultades… se escriben en mayúscula. Ej.: es licenciado en Arquitectura. Fuera de dicho contexto se escribe en minúscula (la arquitectura del siglo xxi). En los nombres de asignaturas que no constituyen la denominación de una disciplina científica solo se escribe con mayúscula la primera palabra (Historia de la economía). También se escriben con mayúscula los sustantivos y adjetivos que se utilizan en cursos, congresos, seminarios… (Curso de Comunicación Audiovisual).

2.7. Los nombres de edades y épocas históricas, cómputos cronológicos, eras y períodos geológicos, acontecimientos históricos y movimientos religiosos, políticos o culturales. Ej.: la Edad Media, el Jurásico. El adjetivo especificador que acompaña a los sustantivos Revolución e Imperio se escribe con minúscula: la Revolución francesa, el Imperio romano.

2.8. Los nombres propios de lugares como: galaxias, astros, continentes, países, ciudades, comarcas, mares, ríos, calles… Los nombres comunes genéricos o el artículo que los acompaña debe escribirse con minúscula (el Amazonas, el cabo de Hornos…) a no ser que forme parte del nombre propio (La Habana, los Picos de Europa…). También se escribe con mayúscula:

– Las áreas geopolíticas con características comunes que se concibe como una entidad de carácter histórico-político y no como un accidente geográfico (Hispanoamérica, la Península Ibérica o el Cono Sur).

– Los nombres genéricos que designan un lugar único, por ejemplo el Estrecho para referirse al Estrecho de Gibraltar.

– Las designaciones que se usan como alternativa a su nombre oficial (el Nuevo Mundo o la Ciudad Eterna).

– Los nombres de vías y espacios urbanos. Los nombres comunes genéricos que acompañan a estos (calle, plaza, avenida, paseo, camino, etc.) se escriben con minúscula (calle Mayor o plaza de la República) a no ser que se trate de nombres genéricos de vías o espacios urbanos procedentes del mundo anglosajón, en cuyo caso se escriben en mayúscula (Oxford Street o Quinta Avenida).

– Los nombres de los puntos cardinales (Norte, Sur…) cuando forman parte de un nombre propio o nos referimos a ellos como dichos puntos (la brújula señala el Norte; la Cruz del Sur; el Polo Norte). Cuando se refieren a una orientación o dirección, se escriben en minúscula (el sur de Europa, hemisferio sur, rumbo al norte). La Academia recomienda escribir en minúscula las líneas imaginarias de la esfera terrestre y celeste (ecuador, eclíptica, trópico de Cáncer).

– Los nombres de galaxias, constelaciones, estrellas, planetas y satélites (la Osa Mayor o la Cruz del Sur). La Tierra, el Sol y la Luna se escriben con mayúscula cuando nos referimos a ellos como astros y en minúscula en el resto de casos (cuando se trata de “fenómenos terrestres”) ej.: la Luna no es un planeta del Sol, es un satélite de la Tierra; el sol lucía aquella mañana; la luna llena afecte el comportamiento animal; una persona con los pies en la tierra.

2.9. Los sustantivos y adjetivos que forman parte del nombre de publicaciones (El Mundo del Siglo XXI, La Crónica de Hoy).

– La primera palabra del título de cualquier obra creativa, el resto de las palabras que lo componen, salvo que se trate de nombres propios, deben escribirse con minúscula (El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, La casa de Bernarda Alba). En caso de los títulos abreviados el artículo que los acompaña debe escribirse con minúscula (el Quijote, la Celestina).

– Los sustantivos y adjetivos que forman parte del nombre de documentos oficiales y los documentos histórico cuando se cita el nombre oficial completo (La Pragmática Sanción de 1830 es conocida usualmente como ley sálica).

Con carácter general no debe usarse la mayúscula inicial.

– Los nombres de los días de la semana, de los meses y de las estaciones del año, salvo cuando forman parte de fechas históricas, festividades o nombres propios (Primero de Mayo)

– Los nombres de las notas musicales.

– Los nombres propios que se usan como nombres comunes:

. Nombres propios de persona que pasan a designar genéricamente a quienes comparten determinados rasgo con el personaje original (celestina, donjuán, quijote…)

. Objetos o sistemas que pasan a ser designados con el nombre propio de su inventor, descubridor, fabricante, usuario, lugar… (moises, braille, quevedos, rioja…).

. Nombres de marcas comerciales cuando no designan a la marca, sino cualquier objeto o producto genérico (celo, clinex, sonotone, tiritas…)

– Los nombres comunes genéricos que acompañan a los nombres propios de lugar, sean geográficos o de espacios o vías urbanas.

– Los nombres de los vientos, salvo que estén personificados en poemas o relatos mitológicos: céfiro, austro, bóreas, tramontana.

– Los nombres de tribus o pueblos y de lenguas, así como los gentilicios: el pueblo inca, los mayas, el español, los ingleses.

3º Mayúsculas debidas a razones expresivas o de respeto

3.1 Los nombres de divinidades y los nombres comunes que se utilizan para referirse a ellos (el Creador). Las advocaciones de la Virgen (la Virgen de Guadalupe, la Virgen del Rocío…) y los nombres de festividades religiosas o civiles: Navidad, Corpus, el Pilar…). En textos religiosos, suelen escribirse con mayúscula los pronombres personales Tú, Ti, Sí, Vos, Él, Ella, cuando se refieren a Dios o a la Virgen. Así como:

– Los nombres de los libros sagrados y sus diferentes designaciones, capítulos o “secciones” (la Biblia, las Escrituras, el Levítico).

– Los nombres de conceptos religiosos (Paraíso, Infierno…), cuando se usen en sentido religioso y no en usos derivados o sentido metafóricos (aquello era un paraíso)

– Los nombres de órdenes religiosas, incluida la palabra Orden cuando acompaña al nombre (la Orden del Temple…)

3.2. Los títulos, cargos y nombres de dignidad, como rey, papa, duque, presidente, ministro, etc., que normalmente se escriben con minúscula pueden aparecer en mayúscula cuando:

– Se emplean referidas a una persona concreta, sin mención expresa de su nombre propio: El Papa visitó Fátima.

En documentos oficiales, se suelen escribir con mayúscula los cargos de cierta categorías (el Jefe del Estado, el Presidente del Gobierno, el Secretario de Estado…) así como en el encabezamiento de las cartas dirigidas a las personas que los ocupan.

Anacronismo: Según los señores de la Real Academia Española, los miembros de la familia reinante en España (por respeto similar al que se da a las divinidades) suelen escribirse con mayúscula, aunque vayan seguidos del nombre propio al igual que los tratamientos de don y doña a ellos referidos: Los escándalos sexuales y económicos en los que se ha visto envuelta la Familia Real española, pudieron ser el detonante de la abdicación de Don Juan Carlos en su hijo, el Rey Don Felipe; su hermana la Infanta Doña Cristina, imputada y procesada junto a su marido en un presunto delito de malversación, prevaricación, falsedad documental, tráfico de influencias, falsificación, estafa, fraude a la Administración y dos delitos fiscales… )

3.3. Es habitual que en textos pertenecientes a ámbitos particulares se escriban con mayúscula las palabras que designan conceptos de especial relevancia dentro de esos ámbitos (en textos militares, las palabras Bandera o Patria). Este uso de las mayúsculas no deben extenderse a la lengua general.

No debe usarse la mayúscula inicial.

– Los nombres de las religiones: catolicismo, budismo, islamismo, judaísmo.

– Los tratamientos (usted, señor, don, fray, san(to), sor, reverendo, etc.), salvo que se escriban en abreviatura (Ud., Sr., D., Fr., Sto., Rvdo). Salvo las acuñaciones que funcionan como nombre propio: Fray Luis (fray Luis de León); Sor Juana (Juana Inés de la Cruz); Santa Teresa (santa Teresa de Jesús).

4º Mayúscula diacrítica ( función diferenciadora)

4.1. Los nombres comunes:

– cuando designan una sola de las realidades de su misma clase. Ej.: el Diluvio (referido al diluvio bíblico).

– cuando designan entidades o colectividades institucionales específicas. Ej.: la Universidad cuando se refiere a una universidad concreta. En muchos casos permite distinguir entre acepciones distintas de una misma palabra. Ej.: Iglesia (‘institución’) /iglesia (‘edificio’).

La mayúscula diacrítica afecta tanto al singular como al plural.

5º En particular se escriben con inicial mayúscula

5.1 Los nombres abstractos personificados, utilizados alegóricamente (la Muerte, la Esperanza, el Mal)

5.2 Los nombres de los signos del Zodiaco o los nombres alternativos que aluden a la representación iconográfica de cada uno de ellos (el signo del Carnero; Aries). Se escriben con minúscula cuando dejan de ser nombres propios porque designan a las personas nacidas bajo cada signo (Los aries tienen modales rudos)

5.3 Se escriben con mayúsculas los números romanos, algunas abreviaturas y algunos símbolos.

7º Excepciones

En textos de carácter publicitario, propagandístico o similar, es frecuente la aparición de mayúsculas no justificadas desde el punto de vista ortográfico, así como el fenómeno inverso, esto es, la aparición de minúsculas donde las normas prescriben la mayúscula. Estos usos expresivos o estilísticos, cuya finalidad es llamar la atención del receptor para asegurar así la eficacia del mensaje, no deben extenderse, en ningún caso, a otro tipo de escritos.

8º Ortografía

La Academia recomienda que cuando se utilicen mayúsculas, se mantenga la tilde si la acentuación ortográfica lo exige, a fin de evitar errores de pronunciación o confusiones en la interpretación de vocablos. Este mantenimiento resulta especialmente necesario en las portadas de los libros, nombres geográficos, listas de nombres propios, etc.

Fuente: Diccionario Panhispánico de Dudas.

Debido a la capacidad normativo que se atribuyen los señores de la Real Academia (“capacidad de dictar las normas que regulan hoy el uso correcto de la lengua española”), no hemos tenido más remedio que utilizar dicha normativa como fuente. Ello, pese a la práctica que sigue dicha institución de apropiarse de lo común para dictar normas (“conjunto de preferencias lingüísticas vigentes en una comunidad de hablantes, adoptadas por consenso implícito entre sus miembros y convertidas en modelos de buen uso”) y, posteriormente, “hacer caja” cediendo los derechos de explotación a los «amiguetes» y a demandar a los que, vía impuestos, ya hemos sufragado todo el dispendio.

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